Aïna Salut i Benestar nos da consejos para gestionar los conflictos en pareja

A menudo en consulta me hallo con demandas como “nos peleamos demasiado”, “no soporto más tantas discusiones”, “queremos evitar discutir tanto”… Sin embargo, en mi opinión, la solución no pasa por “evitar”, ni tampoco por “afrontar” de cualquier forma, sino por aprender a gestionar el desacuerdo, de modo que la pareja, lejos de instalarse en una dinámica de agravios y reproches, se convierta en un refugio común sostenible que facilite o, al menos, que permita el desarrollo personal de sus miembros a través del amor.

Para ello, creo que el primer paso sería el de aceptar que elegir estar con “otro” conlleva la inevitable diferencia, pues el otro nunca va a ser como yo soy o como yo espero. Es decir, que “el otro no está en este mundo para cumplir mis expectativas, ni yo estoy aquí para cumplir las suyas…“ (como decía Fritz Perls). Por lo que el “temido” desacuerdo resulta inevitable… e incluso yo diría deseable, pues sería la prueba de que existe la confianza suficiente y necesaria para que cada uno esté pudiendo expresarse de acuerdo a su auténtico Ser. Ahora bien, para que esa expresión de la propia individualidad sirva para conocerse, comunicarse, comprenderse y, en el mejor de los casos, satisfacerse, es necesario tener en cuenta algunas recomendaciones:

 

  • Concederse el espacio y el tiempo adecuados a la hora de plantear un problema. Comenzar una discusión cinco minutos antes de irse al trabajo o bañando a los niños, respondiendo a un enfado o a una urgencia no suele ser una manera adecuada de afrontar una discusión. Cuando haya algo importante que transmitir es necesario pactar un tiempo y espacio adecuados para ello, e incluso, a veces, una posibilidad sería hacerse llegar una nota escrita para que uno tenga la posibilidad de reflexionar antes de responder.

 

  • Responsabilizarse de transmitir desde uno y con mensajes “Yo” aquello que Yo siento y necesito de una forma honesta y clara. Evitar, por supuesto los mensajes “Tú” y las descalificaciones que sólo consiguen que el otro se sienta atacado y se ponga a la defensiva.

 

  • Hacerse cargo y gestionar la propia emocionalidad, para que ésta no impida la comunicación con la calma suficiente y necesaria para que ideas y palabras surjan y se expresen respetuosamente.

 

  • Tratar de escuchar atentamente, prestando atención a lo que el otro quiere decir, tratando de evitar juicios y etiquetas, implicándonos y preguntando aquello que no entendamos antes de perdernos en suposiciones e interpretaciones. Con ello, conseguimos empatizar y acercarnos a comprender el lugar interno desde donde el otro está comunicándose.

 

  • Tratar de plantear una demanda concreta y ceñirnos a ella, para no acabar en una lista guardada de reproches que nada tienen que ver con el momento presente y que tan sólo sirven para añadir malestar y para desviar la atención del “aquí y ahora”.

 

  • Mantener siempre un talante flexible que permita la negociación y el pacto mutuos, pues acordar las soluciones es la mejor manera de mantener vivo el objetivo de la pareja que, como decía al principio, en mi opinión es el de que ambos miembros puedan amarse y seguir creciendo y evolucionando… sin dejar de ser, en esencia, quien cada uno es.

 

Por Yolanda Aysa, psicóloga col. 13625 y psicoterapeuta de Aïna Salut i Benestar (Vilafortuny)

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